La “oscura realidad” del DIFEM y sus albergados
Toluca, Estado de México.- Hoy tendremos que insistir en el asunto de la “escapada de niñas” del DIF Estado de México. Es un tema delicado, si consideramos que se trata de jovencitas que se encuentran, por una u otra razón, bajo el resguardo “del Estado”, donde se supone que deben ser cuidadas, protegidas, educadas y bien alimentadas, pero no es así.
La desaparición de la adolescente rusa, Kristina Vladimirovna Romanova, podría ser la punta del iceberg que nos lleve a descubrir lo que realmente sucede al interior de las casas hogar del DIF y que, desgraciadamente, no sólo involucra a niñas adolescentes, también niños, adolescentes, niños y adolescentes con discapacidad, y hasta bebés.
La declaración de la madre de Kristina, Marina Romanova, fue muy clara y directa. “Mi hija fue secuestrada en su propia escuela, el Instituto Educativo España, por supuestos funcionarios del DIF del Estado de México”; sin embargo, la escuela aclaró que no fue de sus instalaciones de donde desapareció la joven, dándose a conocer posteriormente que la joven ¡había escapado de “Villa Hogar”, donde vivía hasta el momento de su huida.
Aun así, Marina responsabilizó a las instituciones como el DIFEM, Fiscalía General de Justicia del Estado de México, por lo que pudiera pasarle a su hija, no sin antes asegurar que su hija, Kristina, había sido víctima de trata de personas.
¡Focos rojos! Por mucho tiempo, ha sido secreto a voces que las niñas del DIFEM, estaban siendo “utilizadas” por servidores públicos para fines de explotación sexual; es más, se dice que, a estas niñas, las involucran o involucraban en las fiestas excesivas de funcionarios públicos, trasladándolas a cualquier punto de reunión de los políticos que, “al no tener nada qué hacer” (sic), llevaban a cabo sus bacanales.
Luego de la desaparición de Kristina y posteriormente salir a relucir la desaparición de Lupita, otra jovencita DIF, en un lapso de tiempo muy corto entra una desaparición y otra, nos dimos a la tarea de investigar, pues es aberrante que tan sólo se mencione, quienes están obligados a cuidar a las jovencitas, sean los que “abusen de ellas” como mejor les convenga pensando, al fin y al cabo, no son queridas en sus casas, no tienen hogar, a nadie le importa. ¡Grave error! Estamos ciertos que a la sociedad en general sí le ha de importar el destino de estas niñas.
Para lo anterior, tuvimos la oportunidad de platicar con una exfuncionaria del DIFEM, sabedora de todo lo que sucede al interior de los Centros de Asistencia Social (CAS), de donde se desprende el CASTI, centro donde reciben desde bebés abandonados, niños, niñas, jovencitas y jovencitos adolescentes, para luego, se supone, de un estudio psicológico y físico que debe practicárseles, son turnados a otros centros.
No podemos asegurar que dichos estudios se les practiquen a infantes y adolescentes, pues nos hemos percatado que lo que menos les interesa a las autoridades del DIFEM, es el bienestar de estos, argumentando siempre ¡falta de presupuesto!
En CASTI, tras llevar a cabo “las evaluaciones”, los adolescentes de ambos sexos, niños y niñas son trasladados al CASTRI, donde se alberga a niños y niñas de 6 a 9 años y me-dio, incluso, aquellos que llegan con alguna discapacidad, del nivel que sea. Los bebés e infantes de cero a 5 años, se quedan en CASTI.
Las niñas y adolescentes de 10 a 14 años, son resguardadas en Villa Hogar, mientras que los niños y adolescentes se van a Villa Juvenil, sin embargo, nos ha llamado la atención la existencia de Villa Almoloya de Juárez. ¿Ustedes sabían de su existencia? Resulta que esta, recibe a los que, las encargadas de las Casas Hogar del DIFEM llaman “problemáticos”. Sean hombres o mujeres, niños o adolescentes, todos van a parar allá.
Es un lugar al que ninguno de los que habita en las Casas Hogar del DIFEM, quieren llegar, pues este está resguardado por ¡custodios del penal de Almoloya de Juárez!, toda vez que se encuentra a un lado del Centro de Readaptación Social Santiaguito.
Desgraciadamente, Villa Almoloya de Juárez, la han convertido en una cárcel, literalmente, para niños y jóvenes que, al parecer, son problemáticos, carentes de todo estudio psicológico y físico; carentes de una buena alimentación y, sobre todo, de un buen trato.
Es más, se dice que, a estos, con el fin de que no sean una “carga” para las autoridades, los sobremedican para mantenerlos “fuera del planeta”, lo cual, mientras no haya un seguimiento psicológico real y profesional, por supuesto ¡que no pueden hacerlo!, considerándose que es un delito, grave, lo que están haciendo en ese lugar con los niños, niñas y adolescentes que catalogan, marcan, señalan, como “problemáticos”.
Recordemos, ante todo, tanto en Villa Hogar como en Villa Hogar Juvenil, albergan a adolescentes, dícese de “adolescencia un periodo especial del desarrollo, del crecimiento y en la vida de cada individuo. Es una fase de transición entre un estado, el infantil, para culminar en el adulto. Se trata de una etapa de elaboración de la identidad definitiva de cada sujeto que se plasmará en su individuación adulta”, por ende, es la etapa más complicada de un individuo.
Ahora, sólo imagínense ustedes si para un adolescente que habita dentro del núcleo familiar, sin carencias, pero, sobre todo, amado por su familia, ¡es difícil!, cuanto y más para un o una adolescente abandonado, maltratado, golpeado, que se haya visto en la necesidad de vivir en la calle, abusado en todas las formas, ¿cómo piensa usted que serían?, ¿unas blancas palomas, felices y sin problemas? ¡Por favor! Se supone que quienes llegan al resguardo de DIF, recibirán toda clase de ayuda, de apoyo, de atención, no sólo comida o vestimenta, sino psicológica y física.
Dicho sea de paso, se sabe que los proveedores, sobre todo de alimentos, son tan viles que les llevan comida y leche caducadas, fruta echada a perder; la carne, muchos ¡ni la conocen!, y el pollo, ni se diga, pues, según algunos testimonios, lo que les dan ¡son codornices disfrazadas de pollo! ¿Se vale?…
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