El Manopata: La Leyenda que Acecha en el Oriente del Valle de México

En el corazón del Valle de México, entre las populosas calles de Nezahualcóyotl, Chimalhuacán y Los Reyes, circula una historia oscura que mezcla lo trágico, lo sobrenatural y lo aterrador. Es la leyenda del Manopata, un ser que, según cuentan, emerge desde las profundidades de los canales para cobrar su venganza.
La historia comienza en el siglo pasado, cuando nació un niño con una deformidad que marcó su vida: sus brazos crecieron desproporcionadamente en comparación con el resto de su cuerpo. Esta peculiaridad le valió el apodo de Manopata, un nombre que, más que describir su aspecto, reflejaba el rechazo y desprecio que sufrió desde su nacimiento.
Rechazado por su madre y por la sociedad, la tragedia culminó el día en que su propia madre decidió terminar con su vida. Se dice que, al cumplir apenas seis años, la mujer, agobiada por el peso del rechazo social, tomó una decisión brutal: le rompió el cuello al niño y lo arrojó al canal, dejándolo a merced de las ratas y del olvido.
Pero el Manopata no murió. Según la leyenda, en su último aliento, realizó un pacto con el demonio: a cambio de su vida, entregaría las almas de aquellos que se atrevieran a cruzarse en su camino. Así, el niño abandonado se transformó en una figura sobrenatural, alimentada por el escepticismo de quienes dudan de su existencia.
Dicen que sus manos alargadas y deformes son su arma más temible. En noches oscuras, se deslizan silenciosas para atrapar a los incautos, arrastrándolos hacia el agua. Las desapariciones en la zona de los canales han sido atribuidas a este espectro, aunque nunca se ha encontrado evidencia que confirme estas teorías.
Sin embargo, para muchos habitantes, el Manopata es más que una historia para asustar a los niños; es un recordatorio de las consecuencias de la exclusión, el desprecio y la crueldad. La leyenda, aunque envuelta en el misticismo, refleja una verdad universal: los monstruos no nacen, se crean.
Si alguna vez visitas los canales al anochecer, recuerda que la incredulidad alimenta al Manopata. Y si escuchas un ruido extraño en el agua, tal vez sea prudente alejarte… antes de que esas largas manos te arrastren al olvido.
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